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martes, 6 de octubre de 2015

Comentario Al Nuevo Testamento-Vol 8-Romanos-

Comentario Al Nuevo Testamento-Vol 8-Romanos-
Autor: William Barclay
Título: Comentario Al Nuevo Testamento - Vol 8 - (Romanos)
Editorial / Editor: CLIE
Formato: PDF
Tamaño De Archivo: 1.19 MB
Páginas: 98.

Descripción:

Los que hayáis empezado a usar el Comentario Al Nuevo Testamento de William Barclay por los tomos de Lucas o de Hechos -que es lo más recomendable, y por eso los hemos publicado antes, siguiendo su consejo,notaréis en Romanos un cambio notable que ya esperaríais. Reconoceréis que es el mismo Barclay, pero el libro que comenta es único en su género. De todas maneras estamos seguros de que os ayudará, enseñará, edificará y entusiasmará por lo menos tanto como los otros.
Cuando leáis el segundo párrafo de la página 19 comprenderéis por qué yo, que cuando Barclay publicó este tomo en 1955 era uno de sus alumnos, no podía vivir tranquilo hasta compartir con vosotros,estudiantes de la Biblia que usáis mi lengua, este comentario sencillo, sugestivo, simpático y edificante.
Lo de sencillo ya se supone que, en el caso de Romanos, es en la medida de lo posible. Pero esa medida en el caso de William Barclay, es «apretada, remecida y rebosando», porque nuestro autor se crece ante las dificultades. Ya se supone que, en una carta tan importante, escrita hace más de diecinueve siglos por un judío de Tarso de Cilicia y ciudadano romano a algunos habitantes de Roma, se incluyan alusiones y referencias a las condiciones de vida de aquel entonces y a los forjadores y principales exponentes de aquella cultura. Para entender esta carta tendríamos que espigar muchos datos en los escritos de aquel tiempo. Eso es lo que ha hecho para nosotros William Barclay, especialista y forofo de la historia y las lenguas clásicas,cicerone ideal para guiarnos en la visita al Foro romano, con sus tribunales en los que se tramitan adopciones entre bebés abandonados de los que sólo sobrevivirán, si a eso se puede llamar sobrevivir, los que recojan para las especulaciones de aquel tiempo, que no eran tan diferentes de las actuales en algunos sitios. Nos presentará a emperadores crueles, viciosos, ansiosos de notoriedad y de poder, y a otros que figuran entre los grandes santos estoicos de entonces y de todos los tiempos; y a personas de todas las escalas sociales hasta llegar a los esclavos, porque no se puede llegar más abajo.Pero, sobre todo, nos mostrará cómo ha ido penetrando el Evangelio en toda la gama de la sociedad romana, desde los esclavos hasta las clases más altas, probablemente en este orden, produciendo grandes santos y mártires de Cristo.
Es natural que en un comentario como éste haya que explicar palabras que ya entonces estaban encintas de una gran carta histórica y psicológica. Si nos inspira excesivo respeto el descubrir que Barclay estudia una por una las 20 palabras griegas de la «larga lista de cosas terribles» de los versículos 28 a 32 del capítulo primero, se nos pasará el susto en seguida cuando comprobemos que las expone en una galería de escenas costumbristas y de retratos entre los que no faltan graciosas caricaturas.Y no digamos cuando se enfrenta con las listas de nombres. Nos confiesa en algún sitio que hubo un tiempo en que pensaba que no perderían gran cosa las Sagradas Escrituras si se omitieran las genealogías y cosas por el estilo; pero nos hace felices
comprobar que superó aquella actitud, y que desarrolló una de sus habilidades superlativas como expositor par excellence: la de seguir el hilo de esos nombres que no nos dicen nada a la mayoría por los laberintos de la Biblia, las historias romanas, los papiros egipcios, las inscripciones y hasta las catacumbas, para reconstruirnos verdaderas sagas que, si no siempre podemos decir que «escrito lo tenemos, es verdadera historia», merecerían serlo. Si en algún momento se os hace pesada la lectura continuada, os aconsejo que paséis al último capítulo, el de los saludos finales. Sólo os advertiré, por propia experiencia, que tengáis pañuelos abundantes a mano. ¡Que os aproveche mucho!

Alberto Araujo.

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